Ser espiritual nos transporta a la dimensión interior, nos conecta con Dios, la vida, el universo, es el aliento que nos llena de vida, aquello que nadie nos puede quitar y tampoco nos pueden dar, nos lleva a ir más allá de nosotros mismos.
Cuando hablamos de pretender ser más espirituales, nos referimos a conectar con esa parte interna de cada uno, buscar un propósito, trascendencia, sentido de vida, alegría, paz, felicidad, todo ello sinónimo de conciencia, divinidad, ser esencial.
Cuando eres consciente de que existen otras creencias distintas a las tuyas, redescubres, aceptas otras formas de creencias que no tienen nada que ver con las tuyas, pero sabes que todos somos parte de la misma raza, de la misma humanidad, compartimos la misma casa común: el planeta.
Cada día las personas creen menos en las instituciones religiosas, sin embargo, cada día buscan estar más en contacto con su espiritualidad. Se cree que la religión y la espiritual van de la mano, pero no siempre suele ser así.
La religión se articula a través de instituciones, rituales, creencias religiosas, la espiritualidad es laica, libre de cualquier corriente, simplemente se vive, se siente, transformándote en mejor individuo.
La religión se apoya con la teología estudio racional de dios, en cambio la espiritualidad tiene que ver con el autoconocimiento y misticismo, nos ayuda a cuestionarnos, trabajarnos, sanarnos y transformándonos para después relacionarnos con la vida y las personas de forma diferente, más real y consciente.
La espiritualidad no pertenece a ninguna religión o filosofía orientales, la espiritualidad es nuestra naturaleza esencial, nos conecta y une con todo lo que nos rodea, nos inunda una sensación de dicha y fascinación.
La religión viene de afuera, hacia dentro, solemos seguir la fe religiosa por tradición desde pequeños, en cambio la espiritualidad viene de adentro, constituye el compromiso de cada uno de nosotros por conocernos, sanarnos, rencontrarnos con nuestro ser esencial.
Nos libera de encarcelamientos psicológicos, traumas, heridas, de nuestro pasado, vivencias no tan gratas, nos hace sentir seres ilimitados que podemos trasmutar lo negativo, lo no grato, por aceptación.
Cambiar la culpa, las dolencias que sentimos, tanto físicas como emocionales, por liberación y libertad.
Las religiones promueve la moral, el seguir normas, instituciones, a diferencia de la espiritualidad que nos ayuda a vivir de acuerdo a nuestra propia ética y valores, nos permite actuar como individuos, somos nosotros los que elegimos.
Aprendamos a dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento y frente a cada persona, no por obtener una recompensa después de nuestra muerte, sino porque obrando para beneficio de otros
Por supuesto que existe la espiritualidad en las distintas religiones, pero muchas veces, predomina más el fanatismo, ese que más que ayudar, enaltece a unos cuantos y sobre todo más que respetar, se convierte en arma para atacar a los demás.
La espiritualidad es algo que podemos corroborar a través de nuestras experiencias, de vivir, disfrutar, compartir la vida, así como aceptar, trabajar lo que duele, no es que dejemos de creer en Dios, sabemos que existe porque lo hemos sentido en nuestro corazón.
Las distintas religiones tienen como basa unir lo humano de sus doctrinas con lo divino a diferencia de la espiritualidad que nos ayudan a dejar de lado nuestro ego, para reconectarnos con nuestro verdadero ser: es necesario conectar con ese espíritu interno para poder trascender.
La religión se predica y dogmatiza, pero la espiritualidad se vive, práctica, es acción, no limitación, es libertad, para hacer y deshacer. La espiritualidad comienza contigo para después poder experimentar una dualidad con alguien más.
Fuente: Andy Cornejo
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