“Yo crecí viendo los llamados, chavos banda, en un ambiente de consumo de drogas, violencia, en colonias populares de Iztapalapa y eso siempre me ha llevado a que me comprometa a trabajar con jóvenes en situaciones difíciles y la motivación de evitar que caigan en adicciones o se involucren en la delincuencia organizada, una forma es la fotografía, motivarlos a tomar la lente e imágenes y no las armas”.
Es José de Jesús Villaseca Chávez, hace 35 años inicio como fotógrafo y hace 14 años comenzó a impartir los talleres de fotoperiodismo y manejo de cámara, en la Fábrica de Arte y Oficios, mejor conocido como “El Faro de Oriente” a chicos de escasos recursos, a quienes no les cuesta la inscripción, porque son gratis.
En 1991 ganó su primer Premio Nacional de Periodismo “José Guadalupe Posada”, al capturar el Eclipse Total de Sol de ese año y en 2003 el segundo galardón por la serie fotográfica “Muerte en Cancún”, al registrar el suicidio de un coreano durante una Cumbre de la Organización Mundial de Comercio, en Quintana Roo. “El manifestante se clavó una navaja en el corazón, perfora pulmón y en media hora está muerto; hago toda la secuencia, desde que está vivo, cuando se clava la navaja y muere”.
En casi 15 años impartiendo clases en el “Cuarto Oscuro”, Jesús Villaseca, acompañado de su esposa Luz, quien de profesora de Kinder, ahora es profesora en los talleres de fotografía, ya tienen en sus registros casi tres mil cien alumnos, de los cuales 60 se han logrado colocar en los periódicos más importantes del país y otros más trabajan en agencias internacionales como fotógrafos destacados, en el extranjero.
El terremoto de 1985, el hecho que lo marco de por vida
Uno de los acontecimientos que marcaron su vida profesional y personal, ha sido el Terremoto que sacudió la Ciudad de México en 1985, cuando circulaba por el centro Histórico, después de una noche desvelado por cubrir un evento social para el Periódico.
“Me agarra, prácticamente en la puerta del Hotel Regis, lo veo cómo se desploma, soy el primer fotógrafo que toma esas imágenes, incluso, antes de que terminara, ya había tomado dos rollos”
Foto: Jesús Villaseca
Reitera que el sismo del 1985 en la Ciudad de México, es algo que le impresionó, ver tanta gente muerta. “En el Hotel Romano, parte de la loza le cayó a una señora, ella estaba consciente, viva, pero le cayeron toneladas y toneladas de loza y sus piernas no tenían el grosor de una hoja de papel y tuvieron que amputarla, la sacaron, pero prácticamente con una sierra, le cortaron las piernas, viva, aguanta unos minutos, segundos, pero cae en paro y muere en la ambulancia”.
Considera que un fotógrafo debe ayudar en situaciones de desastres natural y hacer su trabajo, aunque, durante el sismo del 1985, ya estaban los cuerpos de auxilio que brindaron mejor ayuda.
Una vida llena de peligros y aventuras
Ahora, Jesús Villaseca, quien trabaja desde hace 15 años en el Periódico “La Jornada”, recuerda que otros acontecimientos que lo han puesto, incluso en peligro, de muerte, es la cobertura la lucha en San Salvador Atenco, en el Estado de México, los linchamientos en Tláhuac y la cobertura de un robo, en el Centro Comercial “Perisur”, donde en un acto de valentía, decidió, junto con otros diez fotógrafos, filtrarse en el escondite secreto de una banda de ladrones que acaban de asaltar una joyería.
Pese a que ya habían matado a dos policías, los valientes foto-reporteros, no sabían, que esa experiencia, sería una de las más aleccionadoras y que se les enseñó a que no se deben romper los límites.
“Mi pesadilla, hasta la fecha lo sigo soñando, el asalto más cuantioso. Tenía pocos años de haberse inaugurado el Centro Comercial, el comando armando se refugia en un terreno, en el Ajusco, pero no se imaginaron que los delincuentes los descubrirían, ni la policía entraba, les quitaron los rollos, el equipo fotográfico, los encañaron, los bajaron de la ambulancia en la cual habían entrado, los amenazaron de muerte, se llevaron uno por uno y se escuchaba el impacto de bala, pero les perdonaron la vida, yo no soy católico y fue de las peores cosas que he vivido”.
Así, orgulloso de su profesión, Jesús Villaseca, también recuerda con agrado sus viajes a Venezuela, Cuba, el Desierto de El Sahara, en Argelia, Madrid, España, Belice y Guatemala, donde ha plasmado rostros y situaciones bellas y delicadas.
