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UNA NIÑA DE 11 AÑOS LOGRÓ HACER ALGO QUE MUY POCOS PUEDEN.

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Manuel Pérez del Castillo
Manuel Pérez del Castillo
Llevo algunos años tratando de aprender de ciencia y desaprender algunas barbaridades que me enseñaron. En mis ratos libres subrayo libros e intento alertar de charlatanerías. Trabajo en tecnología y sistemas desde hace más de 20 años, la mayoría de ellos en radio. Esposo y padre en entrenamiento.

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No es fácil publicar en una revista prestigiada como el Journal of the American Medical Association y mucho menos a los 11 años, pero Emily Rosa lo logró con el apoyo de sus padres. Además, sus resultados fueron destacados en el New York Times, L.A. Times y otros medios importantes.

Todo nació en una feria de ciencias de su escuela. Emily se cuestionó la validez de un tratamiento alternativo llamado toque terapéutico, el cual consiste en manipular una supuesta energía de los seres humanos y con esto lograr algún efecto benéfico en la salud.

Emily no pretendió probar que el toque terapéutico es ineficaz o que la energía relacionada a éste no existe. Ella simplemente puso a prueba uno de los postulados de esta práctica: la supuesta capacidad de los terapeutas para detectar el “campo de energía humano” (HEF o human energy field en inglés).

Invitó a 21 practicantes del toque terapéutico los cuales tenían entre 1 y 27 años de experiencia. El experimento consistió en pedirle a los terapeutas que identificaran, sin ver, qué mano había puesto Emily cerca de la de ellos. Usó una moneda al aire para decidir si probaba en la mano izquierda o en la derecha. ¿Cuál fue el resultado? De los 280 intentos, los terapeutas acertaron en 123, esto es, un 44%. Tuvieron menos aciertos que lo esperado si lo hubieran hecho al azar (50%). Los defensores de esta práctica esgrimieron muchos argumentos contra el experimento y las conclusiones, pero ninguno tiene mérito.

¿Qué nos enseña este caso? En primer lugar, nos demuestra el enorme poder de cuestionar y de aplicar el pensamiento científico para acercarnos a la verdad. El toque terapéutico llevaba más de 20 años sin ser cuestionado. No porque algo sea muy antiguo, venga de un lugar lejano o esté salpicado de misticismo, lo hace verdad. Quizá pienses que el toque terapéutico y otras prácticas similares no hacen daño. Y es cierto en un sentido: no te pasará nada malo e incluso quizá te sientas más relajado y un poco mejor después de una sesión. Pero si dejas un tratamiento comprobado por una terapia de este tipo, entonces sí corres peligro.

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