Nuestra imagen personal tiene que ver con nuestros recursos físicos, atributos y actitudes que proyectamos y que los demás reciben de nosotros.
Cuando hablamos de proyectar una buena imagen, no solamente nos referimos al buen vestir, ni al combinar ropa con accesorios, sino que involucra muchas cosas, como la actitud, la gesticulación, la postura corporal, nuestra sonrisa, hasta el apretón de manos que damos al saludar a los demás.
No te acomplejes por tu cuerpo, por tu rostro, por no lucir como algún famoso, recuerda que ellos gastan mucho dinero en su imagen, porque viven de ella.
Antes de poder alcanzar el tipo de vida que deseamos, es importante querer, pensar, actuar, caminar, hablar, sin pretender ser copia de algo o alguien, sino siempre tratando de ser auténticos y únicos.
Nuestra imagen personal se basa en experiencias vividas, el nivel educativo que alcanzamos, nuestra cultura, nuestra capacidad profesional, nuestras intenciones, deseos, y por supuesto, nuestro autoestima.
Cuando proyectamos una imagen positiva, a las personas les agradara nuestra compañía, querrán acercarse a nosotros porque sentirán nuestra buena vibra, nuestra sonrisa resultará contagiosa y en automático, se generará una sinergia con los demás.
Ocurre todo lo contrario cuando nuestra imagen denota resentimiento, falta de amor y de cariño, porque muchas veces, sin saberlo, alejamos a los demás de nosotros y por supuesto, tiene que ver con lo que nuestro rostro proyecta.
Sin embargo, todos tenemos una imagen personal que cuidar y alimentar ya que es el reflejo de nuestra individualidad para fortalecer nuestra autoestima y lograr proyectar parte de lo que somos a los demás.
Es necesario conocernos y valorarnos para poder expresar a través de nuestra imagen nuestra verdadera esencia, aquello que nos hace únicos y nos diferencia de todos los demás.
Todos los seres humanos proyectamos una imagen frente a los demás que comienza a formarse a partir de nuestros aspectos físicos, se fortalece con todo aquello que dejamos ver de nosotros y se consolida con lo que los demás perciben de cada una de nuestras acciones.
De esa manera vamos encontrando las herramientas para actuar con creatividad y entusiasmo ante la vida.
Busquemos siempre un equilibrio entre nuestra imagen física y nuestro interior, porque ambas partes nos complementan.
Nadie es como tú, tus cualidades, triunfos, fracasos te han convertido en lo que hoy eres y la imagen que proyectas en automático se refleja en tu rostro y es la carta de presentación con la sociedad.
Tratemos de buscar coherencia entre nuestros actos y la imagen que queremos proyectar a los demás. Nuestra imagen personal juega un papel fundamental en la manera en cómo queremos que nos recuerden los demás.
Fuente: Andy Cornejo
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