La ropa que usamos todos los días dice mucho sobre quiénes somos, pero pocas veces pensamos en lo que dice sobre el planeta; la industria de la moda, especialmente la moda rápida o “fast fashion”, se ha convertido en una de las más contaminantes del mundo, cada prenda barata que compramos sin pensar tiene un costo oculto, el medio ambiente.
Se estima que la industria textil es responsable de aproximadamente el 10% de las emisiones globales de carbono, además, es la segunda mayor consumidora de agua a nivel mundial. Para fabricar un solo pantalón de mezclilla, por ejemplo, se necesitan cerca de 7,500 litros de agua, lo que equivale a lo que una persona promedio bebe en siete años; a esto se suma el uso de tintes tóxicos, pesticidas en cultivos como el algodón y el desecho masivo de ropa que termina en vertederos o quemada. Uno de los problemas más graves es el ritmo de consumo. Las marcas de moda rápida lanzan nuevas colecciones cada pocas semanas, incentivando a los consumidores a comprar más y desechar más. Se calcula que, en promedio, una prenda se usa sólo siete veces antes de ser descartada. Este ciclo constante de producción y desecho genera una gran huella ecológica.
Frente a esta problemática, ha surgido el movimiento de la moda sostenible, que promueve prácticas más responsables tanto en la producción como en el consumo de ropa, la moda sostenible busca minimizar el impacto ambiental y social de las prendas, utilizando materiales reciclados o biodegradables, garantizando condiciones laborales justas y fomentando un consumo más consciente.
Adoptar una mentalidad de consumo responsable no significa dejar de vestir bien. Significa elegir mejor. Comprar menos, optar por prendas de calidad que duren más, apoyar marcas locales o independientes, reutilizar, reparar y reciclar ropa son acciones que todos podemos tomar. También existen tiendas de segunda mano, plataformas de intercambio y movimientos de “moda lenta” que valoran la durabilidad y la ética por encima de la rapidez y el bajo costo. Además del beneficio ambiental, elegir moda sostenible también es una forma de apoyar la dignidad humana. Detrás de muchas prendas de bajo costo hay trabajadores mal pagados, en condiciones precarias e incluso situaciones de explotación. Apostar por una moda ética es también una forma de exigir transparencia y respeto por los derechos humanos en toda la cadena de producción.
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