Tras una extraordinaria presentación en NRMAL 2019, Rubio, el actual proyecto de Fran Straube, ofreció un concierto único en el Indie Rocks! que desde ya es uno de los mejores del año.
En un afán en extremo egoísta, uno desearía que grupos como Rubio no alcanzaran el reconocimiento masivo. Pero no se trata de un deseo malintencionado: es más bien esa sensación de pertenecer a algo que por ahora es muy especial, genuino y mantiene un estatus de culto. El capricho de que permanezca así.
¿Qué le depara el futuro a esta, una de las propuestas musicales más interesantes de Latinoamérica? Por ahora sólo resta apreciar cómo florece, a su ritmo, este conjunto tan singular.
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Este jueves, las primeras notas de la noche llegaron de parte de los guitarristas Rulo y Sebastián Aracena, con su proyecto denominado Vendaval. Se trata de una muy interesante propuesta de sonidos folklóricos de Chile y Perú, que explora ricos matices acústicos con guitarras clásicas y armonías vocales. Una grata sorpresa que no pasó desapercibida.
Poco después llegaron Fran y compañía, y el reducido recinto de Zacatecas 39 se volvió, en esencia, un manicomio.
El paso del tiempo se volvió incierto. Las canciones desfilaron una tras otra, en una placentera secuencia. Los minutos transcurrieron, pero parecía que las manecillas del reloj se habían detenido. El encantamiento de la chamana Straube surtió efecto muy pronto.
El conjunto chileno confeccionó un cuidadoso set que resultó aún más absorbente que el presentado en el NRMAL: "Árboles", "Coral", "Fuego", "Seres invisibles", "Hacia el fondo", etcétera. Todas resonaron contundentes, con la nitidez de sus contrapartes de estudio, pero también el punch del acto en vivo.
Observar a Fran nadando en el escenario es un espectáculo por sí mismo. Cuando está ahí arriba no es dueña de sí misma; las deidades de la música se apoderan de ella. Funge como receptora de toda esa energía vital, de esas percepciones extrasensoriales. Los ahí presentes no pueden sino sumarse esa amalgama de beats electrónicos, percusiones, teclados, cuerdas y etéreas voces. Entre cada canción, la cantante se apreciaba visiblemente agradecida con su audiencia. Y el sentimiento era mutuo.
La música se reanudaba y el hechizo siguió su curso hasta el final con la frenética interpretación de "Las Plantas". Y el show todo, al igual que esta canción, fue una celebración a la vida, al aquí y al ahora.
Quien esto escribe tuvo la oportunidad de platicar con Fran en días recientes. Y al entablar conversación con ella se corrobora lo que ya es obvio: es una artista que irradia sinceridad y genuino interés por sus sonidos, sus letras, su obra. Vive la música sin restricciones.
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