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Una alternativa muy efectiva para reducir la cantidad de desperdicios que generamos, es consumir productos locales, es decir, fabricados en nuestra comunidad.
Los productos locales no requieren tantos embalajes como aquellos que recorren grandes distancias. Permiten aprovechar y reutilizar bolsas y cajas para transportar nuestra compra por nuestros propios medios, y con esto no malgastamos bolsas plásticas u otros materiales innecesarios, como sí sucede en lugares grandes donde muchos productos frescos ya están envasados.
Lo mejor de esto es que así no sólo se reducen desperdicios contaminantes, sino la cantidad de alimentos desperdiciados. Y es que hay muchos supermercados que rechazan esos productos por no cumplir la estética adecuada de tamaño, color o forma.
Pero a los productores locales no les importa si los alimentos tienen formas irregulares, pues en realidad así es como la naturaleza hace las cosas. Además, ofrecen, por lo general, una mejor calidad.