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Se imaginan si realmente el personaje de “Pinocho” fuera real, ¿De qué tamaño estaría la nariz de cada uno de nosotros?
Son muchas las razonas por las que las personas mentimos, para quedar bien con los demás, para evitar regaños, castigos, para conseguir algo o vengarse de otras personas, en el peor de los casos una mentira lleva a otra y se convierte en parte de nuestra personalidad y estilo de vida.
El que miente necesita decir cosas que no son ciertas para dar una imagen diferente de la que realmente tiene. No está conforme consigo mismo, se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente.
En la mayoría de los casos, la inseguridad y desconfianza por pertenecer a un grupo o simplemente ser aceptado por alguien nos hace mentir, mostrando una imagen de personalidad falsa hacia los demás.
Poco a poco el que miente se comienza a creer su propia historia llena de mentiras, sólo muestra aquella verdad que él mismo se imagina o maquila en su mente.
No es necesario mentir para agradar a los demás o para obtener algo a cambio de alguien, simplemente el ser capaz de mostrarse a todos tal cuál eres te evita conflictos futuros contigo y con las personas que creen en ti.
Si nos acostumbramos a mentir para evitar afrontar situaciones desagradables o conflictivas, no lograremos avanzar en nuestro crecimiento interno, perderemos la paz y nuestro equilibrio emocional se verá afectado.
Cuando mientes te haces daño a ti mismo, cada mentira que dices te aleja más de la persona que realmente eres y a la larga con tus mentiras causas dolor a los demás, alejan a las personas de tu lado y muchas veces dañan tus relaciones.
El miedo a perder la imagen falsa, crea mucha tensión y angustia en las personas que se la pasan mintiendo, no es necesario mentir sobre nuestros talentos, virtudes, sobre nuestra verdadera esencia, personalidad, lo mejor es saber que tenemos y de qué carecemos.
Cuando te aceptas tal cuál eres, eso a lo larga te beneficiará, porque no habrá necesidad de mentir, de aparentar algo que no tienes, que pretendes cubrir o adornar con mentiras, con ideas falsas de lo que no eres.
Lo más importante es aceptemos tal cual somos, sin mentiras, sin mascarás, así nosotros mismos estamos conscientes de lo que somos y el valor que tenemos, no necesitamos aprobación, en un mundo irreal a nuestra propia verdad.
Depende de cada uno continuar en un mundo de mentiras o simplemente disfrutar de la compañía de las personas sin necesidad de recurrir al engaño.
Vivir en plenitud y congruencia con nuestro propio estilo de vida, nos ayuda a relacionarnos con todas las personas de una forma más saludable, sin mentiras, expresando de manera natural y autentica, nuestra verdadera esencia.