¿Te has preguntado por qué nos gusta consumir ciertos productos de negocios locales, como alimentos, servicios o artículos de diversa índole?
¿Por qué a menudo resultan ser mejores opciones que lo que ofrecen las grandes firmas que venden el mismo tipo de producto?
Parte de la respuesta podría hallarse en el fenómeno llamado “circuitos cortos”. Cosiste en el asentamiento de vínculos más estrechos entre los pequeños productores locales y las familias de la misma zona.
Tras una interacción prolongada, la relación comercial se convierte en una relación de confianza, en una mayor afinidad que inspira a seguir consumiendo un producto o servicio ya probado muchas veces, con resultados satisfactorios.
Pero no es todo. Actualmente el 56% de los consumidores prefiere las marcas locales porque les interesa saber todo sobre un producto: de dónde vienen, quiénes lo fabrican y cómo se produce.
Este factor de "verdad", de certeza, es un elemento de gran peso en toda industria, ya que fideliza a la clientela con factores vitales como la seguridad, la calidad y los estándares ecológicos.
Los productos y alimentos de proximidad van directo del campo al mercado, lo que da pie a comprarlos al productor, sin intermediarios. Esto se traduce en beneficios claros para el fabricante o productor, ya que recibe precios justos por sus productos, y se eliminan factores como la especulación, que alteran los precios para el consumidor final.